El recuerdo de tu cuerpo en mi cama.
Cuanta tranquilidad en estas paredes.
Interminables conversaciones, que terminaban en llanto, risa, un abrazo muy largo... en silencio, calmando nuestros temores.
Y aquí estoy desnudo para sentir algo real y no el dolor de una existencia compleja.
Estas paredes que me albergaron dando la paz de un nuevo comenzar.
Aun recuerdo el colchón en el suelo y la delgada frazada roja que calentó mi cuerpo en mi propio invierno.
Tu cuerpo no esta ahí, mas tú presencia vive encerrada aquí y la siento cuando apago la luz, esperando que el sueño me tome en sus brazos.
Estas murallas que te ocultaron para escapar del mundo, mi cama que cobijo tu descanso, mis brazos que rodearon tu cuerpo, mi pecho para tu cabeza, mi cuello para tu boca.
Olvidamos al mundo, a la gente, nuestras vidas… solos, aquí dentro de mi cuarto, bajo mis sabanas blancas, escondidos… hablando en tercera persona de nosotros mismos, para que no supiéramos que sentíamos, simulando ser otros.
Dentro de estas murallas nos confiamos secretos, solo para nuestros oídos y aun así, soy un extraño.
Mis caminatas de las 6 de la mañana…
Mis paredes blancas, tendré que dejarlas, sin embargo guardaran mis recuerdos y otras cosas...
¿Tan enajenados estamos?
